¿Hacia dónde vamos? Sobre visión y metas en la organización personal

Daniela Rosito
5 min readDec 14, 2019

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¿Te pasa de sentir que tu cabeza llega a un estado mental caótico que ya no sabés ni por dónde empezar cada día?

A veces se vuelve necesario dedicar un momento a parar, pensar y actuar de manera más acorde a nuestras necesidades, deseos y objetivos a corto y largo plazo. Lo pienso como una manera de cuidarnos, de no olvidarnos de nosotros en medio de tanta vorágine y de afirmar, algo que creo más firmemente con el tiempo, que en nosotros mismos están muchas de las respuestas que necesitamos y que debemos siempre actuar según nuestra propia visión de futuro.

Yo dedico mi tiempo hoy a cosas muy diversas pero de alguna manera conectadas entre sí. Sin embargo, el foco se desvía fácilmente o se empieza a dudar cuánto de todo ello está apuntando realmente a esa meta que se quiere alcanzar. Quizás tenés metas diferentes en tu vida, trabajás en un área que no necesariamente está en correlación con tus intereses, quizás tengas un trabajo fijo que necesitás para tu crecimiento económico pero también sos un emprendedor o trabajador independiente que apunta a dedicarse a lo que realmente considera un crecimiento personal como profesional, acorde a otros intereses que también nos mueven.

A veces es insostenible todo o pensamos que lo es. Ahí es donde se vuelve inevitable esa pregunta… Pero ¿a dónde estoy yendo? No sé a ustedes, pero a mí a veces ¡todo me indica que estoy yendo a mi próximo dolor de cabeza!

Creo que nos es útil recordar cómo debemos plantearnos metas, ya que estas tienen distintas cualidades:

  1. No olvidar que la meta debe ser específica. Definirla y detallarla, y que no deje lugar a dudas de qué trata, qué quiero lograr.
  2. Que debe ser medible, es decir, que pueda prestarle atención a cómo voy alcanzando o no esa meta. Adoptar algún método o forma que me permita medirla para saber si fue alcanzada o no.
  3. Tiene que ser alcanzable, puede ser ambiciosa para que nos motive (ya que si realizamos metas que sabemos que nos son fáciles de alcanzar no presentarían ningún tipo de desafío), pero no olvidar que no debe ser imposible sino realizable.
  4. Por último, y no menos importante, el factor tiempo: la meta debe ser determinada en un tiempo. A veces tendemos al famoso “tengo toda una vida para hacerlo” y, sin embargo, el tiempo es finito y si no logramos plantear plazos para concretar nuestras metas tenderemos muy fácilmente a la procrastinación y la desmotivación.

Pensá en una meta que tengas en la vida, un proyecto sea personal, profesional, etc. Seguramente te des cuenta que hay más de un camino para romper con esa brecha que hay entre nuestra situación actual y lo que aspiramos alcanzar. ¿Cómo ayudarnos entonces a ordenar las tareas que hacemos día a día en pos de no peder el foco en esa meta?

  • Algunos arman un visual board o tablero de inspiración. Yo lo estoy tratando de incorporar, pero también soy de las que gustan de frases motivadoras que anoto en la agenda o subo a las redes. El visual board sirve para visualizar aquello que queremos alcanzar en un espacio que veamos todo el tiempo y que nos recuerde constantemente esa visión a futuro que nos planteamos. Podés ir modificándolo con el tiempo y son disparadores que necesita nuestra mente visualizar para mantenerse activa, ideas sobre lo que queremos hacer o ser. Se usan recortes, fotos, frases, fragmentos de algún artículo o libro que esté relacionado con nuestros objetivos, etc.
  • Elige un método para identificar y planificar las metas que estén en consonancia con tu visión o meta mayor. En mi caso estoy probando realizarlas por mes pero en algún momento puse en mi agenda objetivos por semana. Probá lo que te sea más conveniente y cambiá de método las veces que necesites. Yo utilizo un cuaderno aparte donde identifico tres metas en el mes y, algo que ayuda a la motivación, anoto los beneficios que me traería cumplirlas. Luego coloco el plan de acción o lista de tareas que necesita esa meta. Al final del mes, en mi caso, reviso si se cumplieron o no antes de hacer las del mes siguiente. Esto me sirve para tenerlo a la vista cuando planifico el día a día, para que al menos las tareas que haga sean correspondientes con mis prioridades en el mes y, así, identificar cuáles puedo ir moviendo y cuáles puedo delegar. De esa manera baja un poco el estrés, al tener claro que no se hace todo porque no es todo prioritario ni urgente. Si hay una meta que no se logra, revisar por qué no fue alcanzada y ajustar alguno de los parámetros si se necesita (quizás me equivoqué en asignarle un tiempo que no me alcanzaba, quizás no era tan clara, quizá no la pude medir a tiempo, etc.).

Según la Ley de Pareto o la regla del 80/20, si nos centráramos en un 20% de lo que hacemos nos brindaría el beneficio que realmente nos interesa. Centrarnos en un 20 nos permitiría trabajar para conseguir un 80% de resultados. La Ley de Pareto sirve para que entendamos que no es necesario rendir un 100% cada día y nos permite preguntarnos cuál sería ese 20% con el que estaré conforme, que está bien y que no me aleja de mi objetivo. Pensemos que el 80% de los buenos resultados serán gracias 20% de nuestras acciones y esfuerzo. No hay que perder la cabeza necesariamente todo el tiempo, claro está.

Ojalá que, como a mí, esto ayude a alivianar un poco tanto el estrés que nos genera el querer rendir constantemente al 100% como la preocupación que nos genera no saber si estamos o no yendo por el camino correcto.

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Daniela Rosito
Daniela Rosito

Written by Daniela Rosito

UX Writer & Diseñadora UX. A veces copywriter y periodista. La docencia la llevo en la sangre. Dirijo hace más de una década la ONG Leamos un libro.

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